Este lugar es un pedazo de desierto encallado en el mar. Un conjunto de dos grandes islas, unidas en marea baja por una franja de tierra, y múltiples islotes donde los cactus se encuentran con el océano. Es un lugar donde el viento puede ser implacable, rodeado de un paisaje fascinante.
Eso es el Parque Nacional Archipiélago Espíritu Santo, conocido como Isla Espíritu Santo, donde Ecology Project International (EPI) ha trabajado durante 19 años en proyectos de educación ambiental con estudiantes de secundaria, tanto locales como internacionales.
¿Por qué en la isla? Quizás la pregunta debería ser: ¿por qué no? Para alguien como yo, de Costa Rica, donde no existe el desierto, este es un lugar surreal. Es difícil comprender cómo un sitio completamente rodeado de agua puede ser a la vez tan árido.
La isla se ubica en el Golfo de California, entre el continente y la península de Baja California, la región con menos lluvia de México. Este año, que ya termina, no ha caído una sola gota de agua. Y, sin embargo, la biodiversidad aquí es asombrosa.
El archipiélago alberga hábitats diversos, como manglares, playas, arrecifes rocosos, esteros y mantos de rodolitos (algas). Al ser islas, su endemismo es alto, con al menos 54 plantas únicas en el mundo, así como tres mamíferos endémicos, entre ellos el escurridizo babisuri, que nos dio batalla durante las noches (pronto les contaré más sobre ellos).
Uno de los mayores atractivos de la isla son los lobos marinos. Aquí tienes la oportunidad de nadar entre ellos, tan cerca que, con suerte, podrían morder juguetonamente tus aletas.
La lucha por proteger un tesoro natural
La isla no siempre fue un lugar protegido. En 1972, el gobierno la entregó al ejido Alfredo Bonfil, una comunidad de pescadores bajo un sistema de tenencia colectiva de la tierra. En 1992, una reforma legal permitió la privatización de las tierras ejidales, y el ejido parceló y puso a la venta 90 hectáreas de la isla. Esto desató un conflicto entre intereses de desarrollo y conservación.
“Es un área por la cual lucharon mucho varias organizaciones de La Paz para convertirla en área natural protegida, ya que quería desarrollarse con un montón de marinas, un montón de resorts. También pretendían conectar la isla con tierra, y pues bueno, si entendemos un poco de la ecología, esos proyectos pues para la biodiversidad de la isla no son algo muy sano”, explica Joel Coronado, instructor de EPI.
Gracias a los esfuerzos de la sociedad civil, en 1998 se elaboró el primer plan de manejo de la isla, resultado de la cooperación entre instituciones de investigación, ONGs y el ejido Bonfil. En 2003, la isla fue completamente entregada a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) para su conservación, y en 2005 fue reconocida por la UNESCO como Patrimonio Natural de la Humanidad.
“Con un curso de islas es con lo que empezó EPI aquí en México hace ya 19 años. Entonces, parte de la idea era promover la Isla Espíritu Santo como una reserva natural, un área protegida, y mostrar la riqueza y biodiversidad del área”, comenta Coronado.
Un curso local de EPI en la isla de Espíritu Santo. Noviembre de 2024
“Lo primero que se hace con estudiantes locales, es precisamente mostrarles que tenemos la riqueza de la abundancia, sobre todo marina, y también terrestre. Tenemos muchas especies muy curiosas, especies nativas, especies endémicas, pero digamos que nos enfocamos mucho más en lo que es el mar. Entonces lo primero que se hace es eso, mostrarles la riqueza del mar”, añade el instructor.
Viviendo la educación ambiental en la isla
Observar miles de estrellas en un cielo libre de contaminación lumínica, escuchando el mantra repetitivo del mar entrelazarse con historias antiguas de dioses y criaturas mágicas, en una hermosa isla. Sin duda, es un momento especial.
Así fue la segunda noche del curso para estudiantes del colegio Cobach 03, de la colonia Esterito en La Paz, Baja California Sur, realizado del 7 al 10 de noviembre pasado. Este colegio es especial para EPI, pues fue uno de los primeros con los que trabajamos en nuestro proyecto piloto, hace 19 años.
El profesor José Juan Fuentes, quien acompañó a este curso, estuvo presente desde el inicio de esta relación.
“A Epi México lo conozco desde que llegaron aquí en 2005, y nos escogieron como escuela piloto. Yo creo que este es mi curso 15 o 14 en la isla. Mi primera experiencia fue aquí, en la que invitaron a todos los docentes a acampar aquí, maestros de ecología, maestros de biología, maestros dedicados a las áreas naturales y nos trajeron aquí al campamento un día y una noche”, recuerda Fuentes.
El primer día de este curso comenzó temprano, a las 7:30 a.m., en el campus de EPI en La Paz, con dinámicas rompehielos y la preparación del equipo para hacer snorkel. Después de caminar bajo un sol abrasador hasta el muelle, en el malecón de La Paz, partimos en lancha rumbo a la isla, un trayecto de hora y media en el que tuvimos la suerte de avistar delfines.
Grace, instructora de EPI, explica a los alumnos cómo aplicar el protocolo REEF en el monitoreo subacuático de peces.
Llegar a la isla significa desconectar. Sin señal de celular, los estudiantes se sumergen por completo en el entorno y la experiencia. Al mediodía, armamos el campamento en la bahía El Candelero, asegurando bien las tiendas ante el “nortecillo”, un viento fuerte que no nos dio tregua durante la primera noche.
Por la tarde, los estudiantes practicaron snorkel, desde quienes no sabían nadar hasta quienes ya tenían experiencia. Rodeamos un islote cercano, donde el agua, aunque poco profunda, revela una impresionante diversidad de peces y corales.
De vuelta en tierra, llegó el momento de reflexionar y plasmar todo lo vivido. Cada estudiante recibió un hermoso cuaderno de EPI, su diario de campo, para registrar sus observaciones. En él, anotaron todo lo que les llamó la atención, complementando sus palabras con dibujos y colores para representar las especies que encontraron y el número de individuos avistados.
Con el apoyo de libros especializados llevados por los instructores, identificaron nombres científicos y características de cada especie. Este ejercicio, que combina creatividad y ciencia, resulta crucial para consolidar el aprendizaje en los estudiantes.
Durante el espacio de reflexión grupal, varios compartieron cómo al principio sintieron miedo, pero pronto lo superaron. La experiencia de observar peces bajo el agua fue, para muchos, una de las más fascinantes del día.
Por la noche, el viento nos impidió dormir bien, pero amanecimos con todo intacto. A la mañana siguiente, exploramos el sendero de la Cascada Seca, un trayecto de 860 metros que ofrece una vista espectacular del mar y una oportunidad para apreciar la ecología del desierto.
En el sendero aprendimos cómo obtienen agua las plantas, desde los cardones (unos cactus enormes), que hacen fotosíntesis con todo su cuerpo, hasta el sorprendente zalate, cuyas raíces perforan la roca porosa para absorber agua.
Al finalizar el sendero, llegamos a la parte más alta, donde se encuentra una cueva que, en realidad, es una especie de bóveda amplia en la orilla de la cresta de la montaña, desde donde se disfruta de una vista panorámica que te roba el aliento. Allí se realizó un ejercicio de 10 minutos de silencio para conectar con el entorno. Esos minutos pueden parecer muy cortos o, quizás, eternos.
De regreso al campamento, se inició la parte académica de la experiencia, más enfocada en el desarrollo de un pensamiento científico. En este momento, los estudiantes aprenden a formular preguntas científicas, identificar fenómenos observables, así como variables y cantidades.
También se les enseñó sobre la zona intermareal, la franja que se encuentra entre la línea de marea baja y la de marea alta en las playas, un ecosistema habitado por cientos de pequeños seres que aprovechan lo mejor de vivir en un entorno que, a veces, está sumergido y, a veces, al aire libre.
Y al final de ese día fue la dichosa noche de ver las estrellas y contar historias.
Afortunadamente, el viento fue disminuyendo gradualmente durante nuestra estadía en El Candelero, hasta que en algún momento su presencia se volvió casi imperceptible. Esa noche, finalmente, pudimos dormir bien.
Sumergirse en la ciencia: monitoreo de la vida marina
El tercer día fue emocionante, pues llegó el momento de monitorear los peces. Tras una explicación sobre el protocolo de ciencia ciudadana que seguimos para aportar datos a la organización Reef.org, nos embarcamos en la lancha rumbo al islote Monumento, donde se llevó a cabo el monitoreo subacuático.
La experiencia es intensa. Es complicado anotar bajo el agua mientras se intenta respirar a través del tubo y se evita que el agua entre en el visor. Algunos estudiantes perdieron las tablas o las hojas, pero afortunadamente se pudieron recuperar.
De vuelta a tierra, los alumnos documentaron sus observaciones en sus diarios de campo, anotando los nombres comunes y científicos y el número de individuos de cada especie.
El objetivo de este ejercicio es “que los chicos aprendan a identificar diferentes especies de peces y hacer un poco de ciencia ciudadana, que es lo que trabaja Reef. Entonces lo que hacemos es eso, que aprendan a identificar peces y hacer abundancia relativa de esas especies, que quiere decir que anoten qué tantos de cada especie vieron”, explica el instructor Joel.
“Este protocolo lo manejamos para que los chicos aprendan cómo hacer ciencia ciudadana. Después también se les muestra lo que es un protocolo de ciencia. Y la idea es que aprendan a usar la ciencia como una herramienta para resolver problemáticas locales. Ellos diseñan un proyecto propio en el cual implementan todo lo que les, como hacer preguntas o identificar problemáticas como hacer observaciones, plantear preguntas y como con herramientas científicas, responder esas preguntas”. Con estas palabras Coronado resume el objetivo del curso.
Cada curso incluye pequeños proyectos de los estudiantes desarrollados in situ. Comienzan con una pregunta de investigación basada en observaciones realizadas allí. Si el tiempo lo permite, recogen datos y extraen conclusiones.
Algunas de las preguntas de investigación planteadas por los estudiantes fueron:
¿Existe una diferencia de población de pez botete en la parte sur y la parte norte del islote en bahía El Candelero?
Diferencia de población de cangrejos en las pocitas en la zona intermareal de la playa El Candelero sur y el Candelero norte.
Tipos de plantas en el sendero. Diferencia entre plantas del sendero y de la playa sur de El Candelero.
¿Habrá más cardones en un transecto de 50 metros en el cerro sur, cerro norte o en el sendero?
Conociendo la fauna de la zona intermareal
Aunque no hubo tiempo suficiente para desarrollar plenamente estos proyectos, el proceso de formulación de estas preguntas ofreció una valiosa oportunidad para la reflexión y el aprendizaje.
Tras una noche llena de travesuras de los babisuris en el campamento, llegó el último día en la isla.
Los babisuris, también conocidos como cacomixtles (Bassariscus astutus), son pequeños mamíferos parecidos a los mapaches, con largas colas anilladas y caritas tiernas. Desde el primer día comenzaron a acercarse al campamento, al principio con timidez. Sin embargo, conforme pasaron los días, se volvieron más descarados, hasta el punto de robar cosas de la cocina o invadir las tiendas de campaña. Así, mientras el viento nos impedía dormir durante la primera noche, la última noche fueron los babisuris quienes robaron el sueño a algunos en el campamento.
Un babisuri capturado con las manos en la masa
Una despedida memorable: nadar con leones marinos
La última mañana de nuestra estancia, tuvimos el privilegio de disfrutar de una experiencia inolvidable: nadar con leones marinos en su islote, situado al norte del archipiélago.
Tuvimos que ir en lancha, ya que el islote queda a varias millas de distancia. Al llegar, nos detuvimos, y el bote se movía con fuerza. Antes de entrar al agua, nuestros guías nos explicaron la ecología de estos animales y nos dieron instrucciones de seguridad.
Aunque estos animales puedan parecer intimidantes al principio, en la mayoría de los casos son sociables e incluso juguetones. Aquí están acostumbrados a la presencia humana. Tuvimos la suerte de llegar de primeros, lo que nos permitió explorar con tranquilidad. Poco después empezaron a llegar otras embarcaciones y turistas. Incluso había personas buceando.
Después de esta grata experiencia, llegó el momento de desmontar el campamento y regresar a la península. El tiempo pasó volando, pero al mismo tiempo parecía haberse estirado. En el bote, se respiraba la nostalgia del final de nuestra aventura.
Más allá del aula: conectando con el mundo natural
Le pregunté al profesor José Juan por el valor educativo de llevar a los estudiantes a la isla, y me respondió:
“Aquí reforzamos los lo que vemos en la clase. En el salón vemos sobre cómo funcionan los ecosistemas. Aquí lo vimos con la planta, lo vimos con los peces, lo vimos con la temperatura, con el viento. Se aprende más en campo que en un salón de clases. Lo que podemos aprender en cinco días en campo fácilmente es lo que yo puedo dar todo un semestre”.
Grupo del Cobach 03. Noviembre de 2024
Pero los cursos no sólo tienen valor académico, sino también una importante repercusión social.
“Este colegio es de Esterito, que está en la zona más marginada. Son los alumnos más marginados y de más bajos recursos que todos los demás planteles de La Paz. Hay muchos chicos de la escuela que nunca han salido, por sus condiciones o situación social, y esta es una gran oportunidad para ellos. Conocer esto y que después se enganchan y les dan ganas de seguir estudiando”, explica el profesor.
Este profesor tiene una forma única de seleccionar a los estudiantes que lleva a la isla. La mitad del grupo está formado por los estudiantes más aplicados, y la otra mitad por aquellos más rezagados o con problemas de comportamiento, lo que puede parecer inusual.
“Les voy a hablar de casos no un caso de un chico que era, pues, era drogadicto y lo estábamos perdiendo en drogas, en una sobredosis de drogas. Se estaba quedando el chico ahí atrapado. Y me decían ¿cómo te lo vas a llevar a la isla? Fue tanto lo que a él le gustó el campo, tanto le impactó, que se alejó de las drogas”, nos cuenta emocionado.
Un ejemplo inspirador de este grupo es Tamara Hernández, que se incorporó al curso insular por segunda vez. Nos lo cuenta:
“Decidí repetir este curso, ya que, bueno, la primera vez fue una gran experiencia para mí. La primera vez me gustó mucho, me apasionó y me inspiró incluso para mi futuro, porque de ahí como que me fui encaminando mi carrera a lo que quiero estudiar, que es biología marina”.
“Desde el año pasado yo venía pensando qué iba a estudiar y al entrar al curso de EPI fue como wow, esto me gusta. No solo la diversión en la playa, meterme y ver peces, sino maravillarme al encontrarlos en un libro. Y pues sí, es algo que me gustaría seguir y e ir por ese camino”, agrega Tamara.
El impacto duradero de EPI
EPI celebró 19 años de trabajo en La Paz el 4 de noviembre. Casi dos décadas acercando a las personas locales a los ecosistemas que les rodean. Y durante todo este tiempo, la Isla Espíritu Santo ha sido una pieza clave en su impacto en la región.
“Yo pienso que, si quieres cambiar una sociedad, debes de empezar con las juventudes. A lo largo de estos 19 años EPI ha tocado muchos corazones, ha tocado muchas vidas y ha cambiado muchas perspectivas y sobre todo ha dado a conocer este tesoro, que es la Isla Espíritu Santo, a muchos locales”, concluye Joel, el instructor.
La isla es un tesoro, y aunque muchas personas lo visitan como parte de un recorrido turístico, vivirlo desde una perspectiva de educación ambiental y amor por el territorio es una experiencia completamente diferente. Si deseas vivir una experiencia como ésta, espero que las palabras de Victoria, una estudiante, te convenzan:
“Yo no me arrepiento de haber tomado la oportunidad y de haber ignorado de que esa vocecita que decía 'no vayas, te da miedo el mar, no vayas'. Yo la ignoré y me aventé. Entonces yo sin duda le diría a esa persona ve, te va a cambiar la vida. Y vas a conocer mucho de la isla, de los propios animales que habitan aquí, como los babisuri, de sus propias plantas, de sus propias aves. De verdad es una muy, muy buena experiencia, para para uno, para el crecimiento personal”.
Si eres un profesor o un estudiante con ganas de vivir una experiencia transformadora como ésta, te invitamos a que conozcas más y participes visitando nuestra página web. ¡No te pierdas la oportunidad de conectar con la naturaleza y el conocimiento de una manera única!
¡Gracias Morgan Iltis por estas fotos tan bonitas!